20 años después de Tierno Galván
Probablemente ningún personaje de la Transición española ha sido más querido y más reconocido popularmente que Enrique Tierno Galván. Tanto es así que con el paso de los años, la figura del docente riguroso y del político estrambótico que fue ha ido dejando sitio a una especie de icono atemporal de la "verdadera democracia" –la republicana-, imagen que él comenzó a labrarse conscientemente en vida, pero que tras su muerte ha adquirido la dimensión de un verdadero culto laico. Y ello a pesar de quienes no han dudado en presentarle como un impostor, alguien que se inventó un pasado de joven estudioso, reposado y lleno de aspiraciones intelectuales; el que supuestamente vivió sería mucho más crudo y en consonancia con aquella España de alpargata y vinazo que ocupa la primera mitad del siglo XX. También entre sus correligionarios tuvo Tierno acres detractores: Alfonso Guerra le llamó "víbora con gafas", quizá en correspondencia al calificativo de "jovencitos andaluces" con el que el Viejo Profesor se refería al grupo de dirigentes socialistas sevillanos.
La presencia política de Tierno se extiende desde el mediofranquismo hasta justo el momento en que comenzaba el declive de los días de gloria y rosas del socialismo contemporáneo español, encabezado entonces por Felipe González. Son tantos años y en ellos hizo Tierno tantos disparates –algunos generosos, otros interesados-, que resulta difícil no ser indulgente con alguien que, creyéndose llamado a dirigir los más altos destinos de su país, supo sin embargo sacar petróleo del cargo en el que le arrinconaron, convirtiéndose en el alcalde más popular que jamás ha tenido ciudad española alguna.
Por fortuna, su proyecto político -una lectura personal de un socialismo supuestamente marxista que terminó por producir elementos tan derechistas como Raúl Morodo o José Bono-, no pasó nunca de ser un desiderátum muy suspirado por sectores académicos de una cierta burguesía cultivada. Al cabo, Tierno se quedó casi solo con las siglas de su Partido Socialista Popular y las deudas generadas por éste. Hubo de aceptar la evidencia y permitir que los "jovencitos" le encerraran en jaula de oro -pero jaula al cabo-, aceptando el cargo de presidente honorario del PSOE y la cabeza de lista socialista a las primeras elecciones municipales madrileñas.
Nadie sabe cómo le llegó a aquél hombre la intuición de que si no quería morirse de aburrimiento, debía volver a reinventarse a sí mismo como líder de una especie de movimiento cívico popular, alegre, ocioso y un poco gamberro, que dio en ocupar las calles de Madrid y fue bautizado como la "movida madrileña". La movida no fue cosa sólo de jóvenes, aunque los jóvenes adoraran a aquél ser que parecía llegado de otro planeta e iba vestido con chaquetas cruzadas y pantalones de raya impecable, y que la gozaba moviéndose entre punkies con clavos en la cara, rockeros insurgentes de cuero negro, minifalderas con botas y sin sujetador, y en fin, entre toda la fauna propia del Madrid de los primeros ochenta.
Así fue como ante el asombro de políticos propios y extraños, el pájaro voló de la jaula de oro. Todo madrileño recuerda hoy con cariño el modo divertidamente circunspecto conque Tierno le miró las tetas a a una starlette en presencia del pueblo soberano, o cómo acabó un pregón de Fiesta Mayor exhortando a gritos a los jóvenes a "colocarse", o los estupendos y humorísticos bandos municipales que escribía imitando el castellano antiguo. Con Tierno la política se hizo calle, y habitó entre las buenas gentes de Madrid.
Murió en 1986, hace ahora justo 20 años. Su entierro fue una manifestación de duelo popular multitudinario, un sepelio de una figura pública como en España no se recordaba otro desde el siglo XIX. En Tierno siempre hubo mucho de actor, en eso sí tienen razón sus detractores, y es seguro que si hubiera tenido la oportunidad de contemplarlo se habría sentido la mar de satisfecho.
Bondadoso profesor, víbora con gafas o ambas cosas a la vez, Tierno Galván fue un buen alcalde, una figura enormemente popular, y a su manera, un socialista de los de antes.
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