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Enric Marco, el hombre que se construyó a sí mismo

Que a los 84 años le descubran a uno que está viviendo una vida que no es la suya, me parece una de las cosas más graves que puede pasarle a cualquiera. Vivir una vida ajena debe ser más que un privilegio, una verdadera tortura; que te pillen y te avergüencen ante el mundo entero quizá no ofrezca más salida que el suicidio, sino físico sí al menos mental.

 Al señor Enric Marco le han cogido suplantando otra vida. No es que el hombre se hubiera apoderado de la personalidad y los datos de otro; lo que él hizo fue simplemente construirse una biografía, un pasado, y a partir de esa fabulación a medida, vivir el resto de sus días.

Hasta los primeros días de mayo de 2005, Enric Marco era el presidente de la Amical de Mauthausen, la asociación de antiguos deportados en los campos de exterminio nazis mayoritaria en España. Como tal, el señor Marco ha dado cientos de conferencias y participado en decenas de congresos y reuniones de todo tipo, siempre relacionados con el tema de la deportación y los crímenes del nazismo; ha ido a ofrecer su testimonio de superviviente del horror a innumerables colegios y centros educativos de todo tipo, y hasta fue el único deportado que habló desde la tribuna del Congreso de los Diputados español en el homenaje institucional recientemente ofrecido a las víctimas españolas del nazismo.

 

Sin embargo, el historiador Benito Bermejo acaba de dar la voz de alarma: Enric Marco es un impostor. Incluso cabe la posibilidad de que fuera un agente de la policía franquista. En realidad Marco no sólo no fue nunca un deportado, sino que al parecer ni siquiera fue un antifascista.

 

Marco siempre dijo que había estado deportado en el campo de Flossenburg, un campo complejo –formado por una suma de "Komandos" dispersos y poco conectados entre sí-, y en el que hubo pocos españoles; ideal para la historia que se inventó. Marco habría llegado a Flossenburg en 1943 tras haber sido arrestado en Francia, país al que huyó por mar tras la derrota del ejército republicano español. Sin embargo, y tras acceder acceder a documentos oficiales de la época, Bermejo ha podido demostrar que Enric Marco viajó directamente de España a Alemania en 1941 como trabajador voluntario al servicio de los nazis. Finalizada la guerra regresó a España, donde se le pierde la pista hasta principios de los años setenta; según Marco, regresó en los años cuarenta enviado por la CNT, a fin de reconstruir clandestinamente el sindicato anarquista.

 

Y ahí, en su adhesión al movimiento anarquista durante el franquismo, se desarrolla un aspecto aún más siniestro si cabe de su biografía: su militancia sindical le llevó a ser elegido secretario general de CNT de Catalunya en los años setenta, en aquellos años en que el sindicato anarquista estaba tan penetrado por la policía política franquista y sus prolongaciones durante la transición a la democracia, que era público y notorio que esa organización se dirigía en realidad desde la comisaría central de policía, en Vía Layetana. Una de las provocaciones de fuste acaecidas en esa época fue el sangriento atentado contra el restaurante-espectáculo Scala. Por cierto que durante esos años, el gobernador civil de Barcelona era Rodolfo Martín Villa, luego ministro del Interior de la UCD de Adolfo Suárez y últimamente presidente de algunas grandes empresas públicas privatizadas por el gobierno del PP.

 

Es decir, durante al menos los últimos treinta años, Enric Marco no sólo vivió una vida falsa, sino que también creó un personaje cuyas ideas estaban probablemente en las antípodas de las suyas propias. Y así hasta hoy, como quien dice.

 

¿Esquizofrénico? ¿Mitómano? ¿Simplemente un desgraciado atrapado entre la realidad y la ficción? Seguramente Enric Marco es todo eso y mucho más. Roberto Rossellini explica en su película "El general De La Rovere" un caso al parecer real: un delincuente de poca monta, encarcelado por delitos comunes en la Italia ocupada por los nazis tras la caída de Mussolini, finge ser un alto dirigente de la resistencia al que en realidad los alemanes han asesinado, permitiendo así que corra la leyenda de que el general resistente está vivo y alentando a la lucha.

 

En su intento de explicación pública Marco ha intentado, seguramente de modo inconsciente, acogerse a ese precedente, manifestando que durante toda su vida él "había dado voz a los que no tuvieron voz" (sic), es decir, a los deportados muertos. También, que ha mantenido viva la llama, espoleando la memoria y transmitiéndola a las nuevas generaciones. ¿Cínico? Tal vez. Lo cierto es que las ventajas materiales que había obtenido hasta ahora han sido realmente pocas: condecoraciones, algunos viajes, entrevistas con personalidades…pero no otros bienes materiales que alguna muy modesta pensión. ¿Entonces? Pues, obviamente, parece que Marco sucumbió a la necesidad de vivir la épica a la que nunca tuvo acceso real; quizá Marco comenzó como informador de la policía franquista y terminó asumiendo su condición de deportado virtual. ¿Por qué no? Más allá de la esquizofrenia, hay precedentes de dobles adhesiones a causas no ya dispares sino incluso abiertamente enfrentadas: en la jerarquía eclesiástica católica en la Europa del Este durante los años de la Guerra Fría, abundan aquellos que sirvieron con igual entusiasmo al Vaticano y a las policías políticas de sus respectivos gobiernos comunistas.

 En todo caso, Enric Marco es una víctima más del nazismo. Quizá ahora, una vez descubierto, su testimonio sea más interesante y más demoledoramente antifascista que nunca.

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