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Compañías aéreas de bajo coste: paga, vuela y muere

En apenas una semana, dos aeronaves pertenecientes a compañías de bajo coste se han estrellado en lugares tan distantes como Grecia y Venezuela, sumando entre ambos accidentes más de trescientos muertos. Otros accidentes de menor envergadura producidos en el mismo mes han supuesto cien muertos más, lo que eleva el total de fallecidos en accidentes de aviación comercial habidos este mes de agosto a más de cuatrocientos.

 

Un informe del sindicato español de pilotos de líneas aéreas (SEPLA), responsabiliza directamente del deterioro que está sufriendo la aviación comercial a la generalización de la reducción de costes en todas las líneas aéreas, y en especial en el sector de las de bajo precio; según los pilotos, tal reducción de costes afecta directamente a la seguridad.

En un mercado en expansión brutal y en el que casi semanalmente aparecen nuevas compañías a la caza de los suculentos beneficios que se generan, la competencia entre las compañías es absolutamente salvaje. Se exprime al personal y se exprime el material de modo sencillamente suicida (o criminal, según casos), mientras se busca economizar hasta el límite cualquier gasto considerado “superfluo”, es decir, supuestamente no imprescindible para que el avión cumpla su función básica: transportar pasajeros de un aeropuerto a otro.

 

Ahora bien, parece que para estas compañías “superfluo” es un concepto que poco o nada tiene que ver con la acepción que el diccionario y el sentido común le dan. Horas después del accidente del avión chipriota cerca de Atenas, un ex piloto español decía en la SER que las compañías de vuelos baratos “operan permanentemente al límite”. En el caso de ese accidente, sin ir más lejos, EL PAIS de hoy (17-08-2005) señala que la investigación oficial dice que el avión de Helios llevaba menos combustible del necesario y que, sencillamente, pudo agotársele. También, que el personal de la compañía denuncia ahora que en varios aparatos de Helios, incluido el accidentado, ya se habían producido con anterioridad despresurizaciones y otros incidentes.

 

El presidente del SEPLA, Andoni Nieto, denunciaba esta misma tarde en la SER que la reducción de costes influye directamente en la “pérdida de calidad de los estándares de seguridad” (sic). Aún más alarmante, Andoni Nieto señalaba que la inspección oficial de las aeronaves cuenta tan sólo con tres inspectores ¡para toda España!, situación que ha sido denunciada al Defensor del Pueblo y al Congreso de los Diputados. Vistas las cosas, de las inspecciones que supuestamente hace la compañía propietaria a cada aparato tras cada vuelo ya no se fían ni los mismos pilotos: dice el presidente del SEPLA que cada vez es más frecuente el caso de pilotos que se niegan a volar en determinados aviones, a pesar de las amenazas de despido y otras presiones recibidas.

 

El liberalismo salvaje ha encontrado un filón en el negocio del transporte aéreo del turismo de masas. Pero de seguir a este paso, pronto las compañías de bajo coste deberán asociarse a otras que a su vera terminarán por generar mayores beneficios: las de pompas fúnebres.

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