Blog

Pasqual Maragall, el oso aún por cazar

Quienes conocemos un poco la psicología y la trayectoria política de Pasqual Maragall, nos estamos divirtiendo de lo lindo estos días con las especulaciones acerca de su supuestamente finalizada carrera política. Realmente, no conocen al personaje.

  

Ciertamente la ignorancia es siempre atrevida y la madre de todas las especulaciones gratuitas, incluidas las más peregrinas. Botón de muestra: el jolgorio que hay en la tertulia que comanda Carlos Llamas en la SER desde la expulsión de ERC del Govern de Catalunya. Para estos finos analistas políticos, el fin de Maragall (y en consecuencia, de la amenaza que según ellos representa para la continuidad del gobierno Zapatero) es un hecho irreversible.

Yerran en su análisis. O les ciega la pasión, que para el caso es lo mismo.

  

La historia da algunas pistas. Cuando hace dos años y medio se celebraron las últimas autonómicas catalanas, los resultados parecían no dejar lugar a dudas. El PSC había vuelto a ganar las elecciones en voto popular por segunda vez consecutiva, pero la infame ley electoral vigente en Catalunya prima el voto rural, conservador, nacionalista y de derechas, y de nuevo asignaba más escaños a CiU, la coalición de la derecha catalanista. Que Artur Mas sería el nuevo President de la Generalitat parecía tan indiscutible como que CiU formaría parte del Govern como socio mayoritario del mismo, fuera cual fuese finalmente la fórmula gobernante. Sin embargo, sobre las once de la noche de aquella jornada electoral, Pasqual Maragall compareció en el salón central de la sede del PSC e hizo una declaración que nos dejó asombrados a todos los presentes, y supongo que también a quienes la seguían en directo a través de los medios: venía a decir quien se suponía en aquél momento que era el candidato derrotado, que al día siguiente comenzaría contactos para formar un Gobierno de coalición entre fuerzas catalanas de izquierdas. El periodista Josep Ramoneda -persona comedida y casi siempre atinado en sus comentarios- participaba como tertuliano en el programa especial de la SER sobre las elecciones, y al oír a Maragall dijo algo así como que el candidato socialista había perdido el juicio y que lo que debía hacer rápidamente era felicitar al vencedor. Como casi todos, Ramoneda daba entonces a Maragall por acabado, cuando en realidad estaba a pocos días de convertirse en presidente de la Generalitat de Catalunya.

  

Y es que Pasqual Maragall, contra lo que cree la mayoría de los opinadores profesionales y de quienes se dejan inducir por ellos, es en realidad un verdadero corredor de fondo –duro de pelar, estratega y resistente-, y no el saltimbanqui que ahora acelera la carrera y al cabo de un rato se tira a dormir en la cuneta.

  

Es cierto que durante estos dos años y pico de gobierno, Maragall no ha tenido la energía suficiente para imponerse. Quizá porque le han faltado apoyos en todas partes, comenzando por su propio partido: la soledad de un presidente nunca ha sido más cierta que en el caso del Maragall President de la Generalitat. La poca gente de confianza que ha tenido cerca, tampoco le ha resultado de gran utilidad. Por lo demás, el comportamiento errático y en ocasiones hasta lunático de compañeros, socios y aliados –catalanes y no catalanes-, ha dejado tantas veces al President con el culo al aire y a los pies de los caballos, que en la confusión reinante ha sido fácil hacerle aparecer como responsable por acción o por omisión de desastres causados por otros. A Maragall estas cosas le aburren –y se le nota-, pero no le llevan a tirar la toalla: desengáñense quienes crean eso.

  

Para que Pasqual Maragall no repita como candidato socialista tendrían que pasar muchas cosas, y ninguna de ellas buenas para el PSC: que el referéndum sobre el Estatut fuera un desastre, que los socialistas catalanes se liaran a navajazos en el partido sobre si Maragall sí o Maragall no, que ERC apostara decididamente por un gobierno catalán con CiU, o que el PSOE decidiera desembarcar en el PSC y en la política catalana como si la sede de la calle Nicaragua fuera las playas de Normandía. Opciones todas poco creíbles, en este momento.

  

Con todo, existe un peligro mayor que amenaza no sólo la nueva candidatura de Maragall, sino sobre todo la credibilidad de la política catalana ante los propios ciudadanos del país. Recientemente Maragall ha manifestado públicamente su malestar porque el PSOE y en general quienes hacen la política de Estado en Madrid, confundan "Catalunya con el nacionalismo catalán" (sic), es decir, con los intereses que representa la derecha catalanista. Ese es un error antiguo, que viene de los tiempos de la UCD y se consolidó bajo los gobiernos en minoría de Felipe González y José María Aznar, y que podría resumirse en este axioma: Catalunya es cosa de los nacionalistas catalanes, y que manden allí es el precio a pagar por su apoyo en Madrid. Retomar este planteamiento como se está haciendo ahora es, además de irritante para los socialistas y las izquierdas catalanas en general, un error político monumental pues, entre otras cosas, revive y proyecta al futuro el estilo político de chantaje y chalaneo de votos que los gobiernos españoles minoritarios hubieron de sufrir en los noventa. Si CiU busca ansiosamente la alianza con el gobierno socialista es no sólo porque necesita volver a recuperar poder en Catalunya -la situación económica de la coalición es gravísima, e infinidad de sus antiguos altos cargos están ahora fuera de circulación-, sino sobre todo porque los intereses sociales y económicos a los que representa quieren "reconducir" la política "excesivamente girada a la izquierda" del gobierno Zapatero.

  

En ese orden de cosas, Maragall es el oso a abatir previamente, pues hoy por hoy es el único candidato de izquierdas que puede derrotar de nuevo a CiU, o alcanzar un resultado suficiente que permita reeditar el tripartito. Cualquier otro candidato socialista representa la garantía de que CiU gobernará Catalunya los próximos cuatro años.

  

Por ello, la campaña contra Pasqual Maragall se va a recrudecer de aquí a que se decida quién encabezará la lista del PSC. Liquidar políticamente a Maragall significa la oportunidad de "reconducir" la política catalana y la española hacia posiciones más "liberales", y por consiguiente menos reformistas. Y ciertamente, a eso se apuntan no sólo gente de fuera del ámbito del socialismo y de la izquierda, sino también de dentro del PSC y sobre todo, del PSOE.

  

Sin embargo, el oso sigue vivito y coleando. Si el referéndum del Estatut pasa la prueba con decoro, lo más probable es que Pasqual Maragall vuelva a ser President de Catalunya a la cabeza de un gobierno tripartito.

Ningun comentario

0

Enviar comentario