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Los jóvenes de clase obrera en España, excluidos de la educación no obligatoria

La Fundación Alternativas acaba de publicar un informe que debería dar que pensar, sobre todo a aquellos que niegan la existencia las de clases sociales en la España actual.

 

Resulta que contra lo que pretende la opinión políticamente correcta, las clases sociales no sólo continúan existiendo en este país sino que el hecho de nacer en el seno de una u otra determina asuntos tan esenciales en la vida de las personas como la educación, la sanidad y la asistencia que recibirán, y desde luego el tipo de trabajo al cual accederán y las pensiones a las que tendrán derecho. Algo de sobras conocido para cualquier observador un poco atento, pero que parece ser olímpicamente ignorado por políticos, académicos y público en general, incluyendo los propios afectados.

 

Es así como la famosa "igualdad de oportunidades" social-liberal carece por completo de contenido, en la medida en que no existen realmente mecanismos de promoción social de masas, o al menos éstos no se hallan al alcance de los ciudadanos que realmente precisan de ellos: los estratos inferiores de la pirámide social, es decir, las clases trabajadoras.

Pocas voces señalan este estado de cosas, y aún son menos las que se alzan en contra. Aparte de Vicenç Navarro, cuyo último libro -"El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias" (Anagrama. Barcelona, 2006)-, es un verdadero cañonazo en ese sentido (lo reseñaremos aquí en breve), casi nadie más siente el menor interés por conocer y difundir cúal es la verdadera situación de la clase obrera española.

 El estudio de la Fundación Alternativas da algunas pistas esclarecedoras a este respecto en un tema básico: la enseñanza no obligatoria como instrumento de promoción social, o mejor dicho, como instrumento de perpetuación de la división en clases sociales. Los datos que arroja y las conclusiones que permite deducir, son estremecedores.  

Resulta que en pleno siglo XXI -el siglo de la globalización, el desarrollo tecnológico, la implantación de las redes comunicacionales, la extensión universal del conocimiento y otras modernidades por el estilo-, el 72% de los hijos de los obreros españoles dejan de estudiar una vez concluida la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO). Sólo el 27,5% de ellos inicia el bachillerato o la Formación Profesional. Por el contrario, el 85% de los hijos de los profesionales liberales continúa estudiando después de la ESO.

 

La media española de jóvenes entre 20 y 24 años con estudios de secundaria no obligatoria (es decir, posterior a la ESO) es del 62’5%, la más baja de Europa sin contar Portugal y Malta. En la Europa de los 25, el promedio es el 76’4% (algunos ejemplos: en Alemania el 72’5%, en Francia el 79,8%, en Suecia el 86’3%, en la República Checa el 90’9%).

 

Por comunidades, son los jóvenes de Baleares los que más abandonan los estudios al finalizar la ESO, el 48%, fenómeno que se registra en porcentajes similares en todo el "arco mediterráneo" y que los autores del estudio atribuyen a la abundancia de subempleo en zonas de turismo intensivo, situación que permite absorber rápidamente grandes cantidades de mano de obra no cualificada.

 

Un fenómeno que llama la atención es que el porcentaje global de chicas estudiantes de secundaria no obligatoria es muy superior al porcentaje de estudiantes masculinos: 70% frente al 55%. Ello se debe seguramente a dos razones: la primera, al propósito femenino de recuperar terreno perdido durante siglos en materia de educación respecto a los hombres, pues hasta fechas recientes el acceso a la educación de las mujeres era prácticamante nulo; el segundo, la mayor dificultad de las mujeres para encontrar empleo en relación con los varones, lo que les facilita el continuar estudiando a una edad en la que sus hermanos ya trabajan.

 

La Fundación Alternativas señala asimismo lo "obsoleto" del sistema de becas actual, que prima las ayudas universitarias por sobre otros tramos educativos (y que por lo general acaba beneficiando a jóvenes de clases medias y altas; véase el programa europeo Erasmus).

 

¿Remedios? El actual gobierno español se ha fijado como horizonte que en 2010, el 85% de los jóvenes españoles hayan hecho el bachillerato o la FP.

 

¿Cómo se pagará ese esfuerzo en España, un país en el que la enseñanza privada (casi monopolizada por la Iglesia católica) continúa llevándose más dinero de los Presupuestos Generales del Estado que el destinado a la enseñanza pública?

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