Vuelve el golpismo militar a España
(publicado por Joaquim en IZARONEWS, 9-1-2006, en "Noticias de la España cañí")
EL MADELMAN GOLPISTA
Yo es que estoy hasta el gorro de los Reyes Magos. Uno lleva toda la vida portándose bien, año tras año, pero que si quieres arroz Catalina, ni caso a lo que les pido. Qué tíos, los Reyes.
La cosa ya viene de lejos. Cuando era niño, todos los años les pedía lo mismo: un tren eléctrico. Y ellos me ponían siempre un Fort Apache. Repleto de indios y vaqueros, eso sí; pero nada que ver con lo que yo quería.
Ahora que caigo en la cuenta, la cosa parece una metáfora de aquellos tiempos: lo que yo pedía resultaba demasiado moderno y tecnológico, demasiado progresista diríamos hoy. El Fort Apache con indios de goma era cuanto podía ofrecernos el régimen franquista.
Han pasado los años, pero los Reyes Magos siguen a su bola. Yo este año les había pedido a sus Majestades un poco de sentido común para nuestros políticos y un pellizquito de la lotería de Navidad para un servidor. Y resulta que lo que nos han traído a todos ha sido un madelman golpista. La madre que parió a los Reyes Magos. Luego se quejarán de que crezca el republicanismo, y que el gordo infame ése vestido de rojo y patrocinado por la Coca-Cola les esté comiendo terreno en el negocio.
O sea que el día de Reyes estábamos abriendo los regalos en casa, cuando mi mujer me dice: "Oye, que hay un tío en la radio diciendo unas cosas muy raras". Faltaba el cornetín de órdenes, pero mi instinto no me engañó: el caballero en cuestión era un teniente general, y acababa de largar en Sevilla una proclama que ni Queipo de Llano. Yo es que el instinto lo tengo muy desarrollado desde aquella tarde en que oí, también por la radio, aquello de: "Quieto todo el mundo ¡Se sienten, coño!" un 23 de febrero, el de 1981 concretamente.
Total, que ya digo, los Reyes nos han dejado en los zapatos un madelman golpista.
El caso es que, como decía, el madelman habla (cosa que por cierto antes hacían las muñecas de Famosa, pero no los madelmanes), y dice cosas como que "si os pasáis un pelo con lo del Estatuto de Cataluñam ñam, os vamos a arrear un palo que os váis a cagar". Amparándose en la Constitución, eso sí. Pobre Constitución; como dicen los castellanos viejos, últimamente la llevan como puta por rastrojo. Aunque tampoco viene de nuevo, ni mucho menos: cuando los compinches de Franco se sublevaron en 1936, en muchas ciudades españolas salieron a la calle con banderas republicanas y dando vivas a la República, a la que supuestamente se aprestaban a salvar de una sublevación rojo-separatista. ¿Les suena? Al madelman parece que también.
LE MONDE del día 9 de enero titulaba: "Un general español se levanta contra la autonomía de Catalunya". Se levanta, no se manifiesta en contra o se pronuncia en contra…no: "s’insurge" (se levanta). Dice mi mujer que los franceses tienen muy calados a los militares, propios y ajenos, desde el pustch de Argelia. Mi mujer, es así, y eso que de vez en cuando le cae la lagrimita recordando al tatarabuelo que sirvió con Napoleón; contradicciones que tiene cada cual, que diría un marxista de la vieja escuela.
A más de uno le extraña estos días que el teniente general José Mena, jefe del Ejército de Tierra, un hombre relativamente joven (62 años), que aún no había nacido cuando terminó la Guerra Incivil y que ha hecho toda su carrera profesional en la democracia, se descuelgue a tres meses de su jubilación con un exabrupto público, calculadamente lanzado en una fecha tan simbólica para los militares españoles como la Pascua Militar. La imagen nos retrotrae a los primeros años ochenta, cuando incidentes como éste menudeaban, si bien originados por jefes militares de menor graduación que Mena. ¿Se trata simplemente de la machada de un tipo que ha querido quedarse a gusto antes de dejar el empleo, sabiéndose cubierto por la proximidad de su jubilación? ¿O estamos ante un incidente planificado por un grupo bien organizado, el primero de una cadena al que probablemente sucederán otros en el futuro inmediato? La aparición de una asociación de militares defendiendo a Mena parece apuntar más bien en la segunda dirección: muy posiblemente estamos ante una provocación en toda regla.
Y por cierto, que se sepa, las asociaciones militares de carácter político o gremial están expresamente prohibidas por las Reales Ordenanzas militares. José Bono haría bien en ponerse a investigar con toda diligencia quién forma parte de ese grupo de golpistas que apoyan a Mena, y sancionarlos con contundencia. El huevo de la serpiente hay que aplastarlo lo más rápido posible, luego es demasiado tarde.
O sea que la cuestión es saber quién ha dado cuerda al madelman. Una pista: la reacción del PP, por boca del señor Gabriel Elorriaga. Mientras todos los partidos condenaban la arenga de Mena, Elorriaga "comprendía" al militar y culpaba al Gobierno español de la situación supuestamente apocalíptica que justificaría el mitin sevillano del "insurgent" teniente general. Luego alguien debió hacerles ver a Rajoy y compañía que al apoyar las palabras de un golpista se habían pasado todos los pueblos posibles, y veinticuatro horas después de la primera declaración Elorriaga tuvo que desdecirse ante los micrófonos.
Es evidente que el clima político crispado que crean el PP y sus compinches mediáticos, constituye un caldo de cultivo idóneo para que la ultraderecha militar saque pecho y nos chulee. En ésas estamos. Si los aspirantes a salvapatrias simplemente aprovechan el rebufo de las descalificaciones peperas tipo "España se rompe", o si realmente hay una complicidad firme entre ciertos sectores del PP y el golpismo militar, es algo que tardaremos en saber. En todo caso, no es nada descabellado pensar que en la cadena de sectores movilizados por la derecha española más montaraz –mediáticos, financieros y empresariales, Iglesia Católica…-, le tocara ahora el turno al golpismo militar, habida cuenta de que los otros han fracasado en el intento de desalojar a Zapatero del poder.
La presión golpista aportaría pues el argumento decisivo para liquidar el proyecto de Estatuto de Catalunya, lo que conllevaría que Zapatero perdiera sus apoyos actuales y todo el proyecto de reformas quedara así paralizado; las elecciones anticipadas serían inevitables, y el PP estaría –entonces sí- en condiciones de ganarlas gracias al voto del miedo y la sensación general de desastre.
A esos aprendices de brujo habría que recordarles, en todo caso, el precedente de lo ocurrido durante la II República, cuando sus antecesores recurrieron al mismo truco: invocar al diablo es relativamente sencillo, pero una vez se le saca de los cuarteles, es imposible hacerlo volver atrás. Quien tiene el monopolio de la fuerza bruta no se conformará con que le den palmaditas en el lomo y una medalla una vez que haya hecho el trabajo sucio.
Alimentar las pasiones dentro de una institución que vive de fantasmas del pasado, es, como poco, irresponsable. Todo militar o que se tenga por tal, lleve gorra de plato o capucha negra, vive de ficciones, y ése es un material muy inflamable.
En fin, que resulta altamente simbólico que el discurso del teniente general Mena tuviera lugar el día de la Pascua Militar, efeméride que conmemora la toma de Maó (6 de enero de 1782) por el Ejército español y la recuperación de la isla de Menorca, que había estado ocupada durante casi un siglo por los ingleses. La lástima es que la Historia dice que quienes en realidad arrebataron la isla a los británicos fueron los franceses mandados por el duque de Crillon, y que ésta fue luego cedida a España por la Paz de Versalles (1783).
Los madelmans y sus ficciones, ya digo.
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