Reporteros sin fronteras, pero con ideología
Confieso de entrada que Reporteros Sin Fronteras (RsF) nunca ha sido santo de mi devoción. No es que crea al pie de la letra las acusaciones que desde cierta izquierda se le hacen a esta organización, en el sentido de sea una especie de brazo mediático (otro más) de la política exterior de EEUU, pero tampoco he creído nunca que sea una especie de impoluto paladín de la sagrada causa que esgrime.
En realidad mi prudencia ante las informaciones y campañas que difunde y promueve RsF nace más bien de mi escepticismo ante el conjunto de las ONG’s y de mi rechazo ante el angelismo "apolítico" de que hacen gala RsF y otras organizaciones similares; angelismo que, por cierto, no suele ser más que una forma (a veces ingenua, a veces perversa) de hacer política.
En fin, que RsF es una organización que se pretende profesionalista, carente de ideología, apartidista y defensora de una de las más elevadas causas que puedan haber… lo que permite situarla claramente entre las asociaciones que además de practicar un contundente corporativismo, intentan hacerlo aparecer como de interés general. Es obvio que la libertad de expresión es una cuestión de interés colectivo y un fiable indicador de la salud democrática y social de un país, pero también es sabido que su invocación por parte de ciertos periodistas suele ser una especie de coraza tras la cual se parapetan demasiados abusos. En España, sin ir más lejos, estamos bien surtidos de "periodistas independientes" al servicio de las causas más abyectas.
En ese sentido, resulta bastante menos usual oír a los dignos miembros de la profesión periodística invocar el derecho de los ciudadanos a una información veraz. Libertad y veracidad deberían ser caras de una misma moneda para todos los periodistas. Por desgracia, en muchos casos no es así.
Este exordio introductorio viene a cuento de la aparición del Informe Anual 2004 de RsF, en el cual se da un repaso a lo que la organización considera el estado de la libertad de expresión y prensa en el mundo. Anejo al Informe, RsF establece un sorprendente ranking que denomina "Tercera clasificación mundial de la libertad de prensa", en la que se ordenan de mayor a menor libertad un total de 167 países. Digo sorprendente, porque el ranking ofrece resultados tan espectaculares (y tan poco serios) como que el segundo lugar lo ocupe Eslovaquia (un país sometido a un régimen semi autoritario postcomunista), los lugares décimo y undécimo sean para Letonia y Estonia (esta última ex equo con Alemania y Suecia), que el puesto décimoquinto sea para Eslovenia (por delante de Francia y Canadá), o que Benin y El Salvador figuren por encima del Reino Unido y de Australia. Un poco más abajo de la mitad de la tabla, en el puesto 108, aparece "Estados Unidos (en Irak)" (sic); seguro que la familia del cámara español José Couso, asesinado por los marines, discreparía abiertamente de ese puesto.
El último lugar de la clasificación es –cómo no- para Corea del Norte, y el penúltimo, naturalmente, para Cuba. Muy por encima de estos dos parias figuran Haití y Albania, entre otros países con regímenes que no son precisamente modelos de libertades civiles ni se caracterizan por su prensa independiente, aunque, eso sí, no tienen carácter comunista.
Leyendo el Informe 2004 de RsF uno se queda con el barrunto de que estos sagaces reporteros confunden algunos términos y desdeñan otros. Parecería que hay en ellos una excesiva identificación entre "libertad empresarial mediática" y libertad de prensa, como si la existencia de empresas mediáticas privadas fuera "per se" garantía de libertad de expresión en un país; y ello cuando sabemos que por el contrario, los grupos mediáticos, salvo escasas excepciones, no suelen ser precisamente abanderados de libertades generales y sí duros defensores de intereses muy concretos y a menudo enfrentados a los colectivos.
La relativamente baja clasificación de España (puesto 39) se argumenta en función de los atentados y amenazas de ETA contra periodistas y de la brutal manipulación informativa a la que el Gobierno Aznar sometió cuanto se relacionaba con los atentados cometidos en Madrid el 11-M. Siendo todo esto cierto, no lo es menos que se echa en falta un análisis a fondo de la absoluta falta de ética y veracidad con que trabaja un buen número de profesionales de la información en nuestro país, y de las responsabilidades en que por ello habrían de incurrir las empresas periodísticas que les tienen a sueldo; sin embargo, todos sabemos que unos y otras gozan de impunidad total.
Por no hablar de problemas de ámbito europeo como son la tendencia creciente al amarillismo en los contenidos, al uso del "periodismo de investigación" como instrumento de ajustes de cuentas entre grupos de poder, o la concentración empresarial descarada y galopante, que en el caso de Italia ha llevado a poner en manos de una sola persona –que además es presidente del gobierno del país- la práctica totalidad de medios audiovisuales italianos y la mayoría de la prensa escrita. De esas amenazas a la libertad de prensa no habla RsF.
En resumen, un Informe a leer con cautela y contrastando con otras fuentes de información.
El Informe Anual 2004 se encuentra en la web de Reporteros sin Fronteras
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