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Un escandaloso Mundo Feliz. La ONU publica las demoledoras cifras consecuencia de la globalización n

La reciente publicación del informe anual sobre desarrollo humano, emitido por el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), ha sacado a la luz con toda crudeza la realidad de un mundo que, contra el optimismo interesado de beneficiados y paniaguados, camina hacia atrás a una velocidad de vértigo, al menos en lo que se refiere al bienestar de la gran mayoría de sus pobladores.

  

Lo que el diario EL PAIS califica como "demoledor estudio", que realmente lo es, revela que 2.500 millones de personas sobreviven con menos de dos euros al día. A partir de ahí, la contundencia de las cifras desplegadas produce asombro e indignación a partes iguales.

El 40% de la población mundial vive con el 5% de los ingresos, en tanto el 10% más rico acapara el 54% de esos ingresos. Alrededor de 400 millones de personas ganan una media de medio euro al día, es decir, unos 182 euros al año de promedio, en tanto las 500 personas más ricas del planeta ingresan una media de 212 millones de euros anuales.

  

Los ricos son cada vez más ricos. Pero los pobres son más pobres cada día: los 460 millones de habitantes de los 18 países más pobres han empeorado su nivel de vida en relación a 1990; 10 millones de niños fallecen anualmente por enfermedades evitables (casi la mitad son africanos); 115 millones de menores siguen sin escolarizar; 1.000 millones de personas carecen de agua potable, 2.600 millones no tienen acceso al saneamiento; 850 millones de seres humanos pasan hambre cada día, y uno de cada tres niños está malnutrido.

  

El informe establece una clasificación de 175 países según el Indice de Desarrollo Humano, teniendo en cuenta datos sobre ingresos económicos, educación y salud. La clasificación la lidera Noruega, Níger la cierra, y España está en un decepcionante puesto 21 (se supone que éste país es la décima potencia industrial del mundo, por lo que hay un evidente desfase entre la boyante macroeconomía española y los niveles de bienestar de la población en general).

  

En personas pobres, España tiene un 11’6% de sus habitantes viviendo esa situación. Curiosamente, países como Japón, EEUU, Australia, Bélgica, Reino Unido e Italia tienen mayores porcentajes de pobreza que el español; como empieza a reconocerse, el Tercer Mundo también está presente en los suburbios de las grandes ciudades del Primer Mundo. La tasa oficial de desempleo española, el 11,3% de la población activa, es la tercera más alta de la OCDE, sólo por detrás de Polonia y Eslovaquia (en realidad es mucho mayor, si recordamos que uno de cada tres empleos en España lo es a precario y mediante contratos basura).

  

La esperanza de vida ha progresado a nivel mundial: en 1975 era de casi 60 años, hoy es de 67 años. Pero se trata de un espejismo: quienes han aumentado fuertemente su esperanza de vida son los residentes en países ricos: en Japón ya alcanza los 82 años, en España casi los 80, Suiza e Islandia se mueven en torno a los 81… sin embargo, dice el informe que en Zambia "un pequeño tiene menos posibilidades de sobrevivir más allá de los 30 años que un niño nacido en la Inglaterra de 1840"(sic). La esperanza de vida de Zambia está hoy en 38 años, en Zimbabue en 36 y en Suazilandia en 32 años.

  

Pero la esperanza de vida no sólo ha retrocedido en el Africa subsahariana devastada por el SIDA. En Rusia ha disminuido cinco años, de los 70 a los 65 años. Para los hombres rusos, en concreto, ha retrocedido hasta los 59 años; según el informe, de haberse mantenido los niveles de mortalidad de hace unos años, "hoy vivirían en Rusia siete millones de hombres" que ahora están muertos. Las causas de fallecimiento: patologías cardiovasculares y, sobre todo, el SIDA, la tuberculosis y otras enfermedades infecciosas, amén del alcoholismo, los homicidios y suicidios.

  

Los niños son los más perjudicados: una de cada cinco personas que murieron en el mundo en 2002, era un niño; cada tres segundos murió uno. Cuatro millones de criaturas fallecieron ese año durante su primer mes de vida. La inmensa mayoría de ellos vivían en países del Tercer Mundo. Más: en los años ochenta del siglo XX la tasa de mortalidad infantil de Africa era 12 veces mayor que la de los países ricos; hoy es 29 veces más alta.

  

Y aún así, en menos de 30 años, de 1975 a 2003, la población mundial ha pasado de 4.000 millones de habitantes a 6.000 millones. Para 2015 se prevéen 7.000 millones.

  

Con todo, y además del trabajo que hacen el hambre y las enfermedades, las guerras continúan jugando un papel decisivo como controladoras de "excedentes" de población. En el siglo XX murieron en guerras 109 millones de seres humanos, y por primera vez en la Historia murieron más civiles que militares; hoy, el 90% de las guerras se hacen contra la población civil (para aterrorizar a poblaciones enemigas y rebajar la demografía en ciertos lugares del planeta).

  

El 40% de las guerras actuales tienen como escenario Africa. Nueve de los 10 países con peor índice de desarrollo humano experimentaron contiendas armadas en los últimos 15 años, y en esa situación estuvieron 7 de los 10 países con menor esperanza de vida. Para protegerse de los otros, todos los países prefieren invertir en armamento antes que en desarrollo: los presupuestos militares absorben diez veces más recursos económicos que la ayuda al desarrollo; Estados Unidos invierte en gastos militares 25 veces más.

  

El balance en educación, el rubro que da la medida del futuro que nos espera, es desesperanzador. A fecha de hoy hay 110 millones de niños sin escolarizar en los países pobres, y la escolarización retrocede en 43 países. El 48% de la población de Haití es analfabeta, y en Guatemala el porcentaje alcanza el 30%.

  

Lejos de las fantasías neoliberales de que el "progreso económico", entendido como pura acumulación de capital en manos privadas y crecimiento macroeconómico sostenido de un país, es por sí mismo garantía de bienestar para sus habitantes, el informe pone un ejemplo muy concreto: China (1.300 millones de habitantes) e India (1.079 millones), con índices de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2003 del 9,1% y del 6,9%, respectivamente, según el Banco Mundial, tienen una incidencia de mortalidad entre los recién nacidos mucho mayor que Vietnam u Honduras, países con PIB’s muy inferiores. "Esos hechos demuestran que el crecimiento económico no es un camino garantizado hacia un ritmo más acelerado de reducción de la mortalidad infantil", señala el informe.

  

Ni desde luego, hacia el progreso social y el desarrollo humano global.

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