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Guerra de Irak: tres actos de terrorismo en un mismo día

En la misma jornada en que Condolezza Rice era nombrada Secretaria de Estado por Bush, los terroristas islamistas difundían el vídeo del asesinato de la rehén Margaret Hassan y, asimismo ante una cámara, un marine asesinaba a sangre fría a un herido iraquí. Parecen tres noticias diferentes, pero en realidad son una sola. Tres actos de terrorismo por el precio de uno.

  

En la primera parte de la noticia, el presidente Bush da un paso más hacia el Apocalipsis y nombra como figura más importante de su gabinete a una ex empleada de lujo de la Texaco, que además exhibe sin tapujos unas ideas rotundamente ultraderechistas. Según Bush padre, fue la señora Rice quien enseñó a Bush hijo todo lo que éste conoce de política exterior; así que ya sabemos quien le inculcó a George W. Bush esas ideas que tiene acerca de que la diplomacia y el respeto a las instituciones internacionales son una pérdida de tiempo cuando uno manda el ejército más potente del planeta.

Pues bien, durante unos meses tras el nombramiento oficial de Rice como consejera de Seguridad Nacional de la presidencia USA, un petrolero de la Texaco que llevaba su mismo nombre continuó navegando tranquilamente los mares, hasta que la compañía petrolera tejana pensó que incluso en un EEUU políticamente controlado por las corporaciones eso era ya demasiado, e hizo cambiar el nombre del barco.

  

Pero la imagen ya estaba ahí, grabada para la posteridad: alguien cuyo nombre y apellidos habían bautizado un barco cisterna petrolero, ocupaba el sillón de uno de los principales despachos de la Casa Blanca, y decidía la política del país más poderoso del mundo en materia de seguridad interna y de proyección exterior de ésta. Y además ése alguien es mujer, negra y tiene bonitas piernas; qué más se puede pedir.

  

Ahora a Rice la han catapultado hasta el sillón que ocupaba Colin Powell, el más blando de los "chicos duros" de Bush hijo. Dicen que comparada con esta individua de mirada desconfiada, gesto huraño y elegancia de mistress sadomasoquista, Margaret Thatcher pasaría perfectamente por una criptocomunista. Loado sea Dios, y que Él nos asista.

  

La segunda noticia de la jornada es que el grupo terrorista que retenía a la inglesa Margaret Hassan le ha pegado un tiro en la cabeza ante una cámara de vídeo, tras un mes de agónico secuestro. La señora Hassan llevaba 30 años en Irak, estaba casada con un iraquí, había condenado sin paliativos la invasión desde el momento de producirse (incluso ante las cámaras de televisión de su país de origen), y dirigía una de las pocas ONG que continúa ayudando a los iraquíes más directamente afectados por la locura en que está inmerso Irak desde hace año y medio.

  

Si todos los crímenes cometidos y grabados en vídeo por esas bestias fanáticas son repugnantes, éste es especialmente asqueroso porque mediante él se lanza un mensaje diáfano: ésta es una guerra total en la que cada cual debe elegir entre blanco y negro, sin posibilidad de espacio para posturas matizadas. Mediante este asesinato, el terrorismo islamista intenta eliminar cualquier posibilidad de diálogo, comprensión y hasta de compasión, ahondando y extendiendo la trinchera de odio ciego y brutal.

  

Contra lo que algunos "comprensivos" del terror islamista se apresurarán a señalar, el hecho de asesinar a Margaret Hassan de un disparo en la cabeza en vez de degollarla rebanándole el cuello con un cuchillo no es una muestra de compasión por el hecho de ser mujer, sino todo lo contrario, un acto de desprecio a la condición femenina; en clave islamista radical, las mujeres ni siquiera son dignas de morir como los hombres.

  

La tercera noticia, casi simultánea a las otras dos, estremece tanto como las anteriores, aunque alguna de las consecuencias que se han derivado de ella a posteriori sea hasta risible. Un grupo de marines seguidos por un cámara de televisión irrumpió en una mezquita destrozada por los tiroteos, y halló dentro combatientes iraquíes heridos, desarmados y abandonados por sus compañeros. En la filmación, uno de los heridos se mueve levemente, y un marine grita varias veces algo así como "ese jodido está fingiendo que está muerto", y le dispara en la cabeza a sangre fría. Luego el marine comenta que el iraquí ya ha dejado de moverse y que ahora sí está muerto, y se dispone a proseguir la tarea con otro herido; éste, más rápido de reflejos que su compañero, se pone a gritar que no le maten, que tiene información que darles. Lo más espantoso, con todo, es la desenvoltura conque los marines comentan la situación entre ellos mientras se desarrolla la escena; más que verdugos de seres indefensos, parecen policías de tráfico multando a tipos que han dejado el coche mal aparcado. En definitiva, matando se sienten cómodos y no hay en ellos el menor atisbo de preocupación por lo que están haciendo.

  

Tanto es así, que más tarde uno de los marines del grupo le comentó al cámara que el tipo que había disparado tenía todo el derecho a hacerlo "porque el día anterior le habían herido en la cara"; o sea, como en el fútbol: "oiga árbitro, me dieron una patada sin balón, y fue por eso que yo le pegué un manotazo". Luego otro de los marines le dijo al cámara que no había nada extraño en lo que hizo su compañero, "porque es parte del trabajo que hacen". En suma, la conciencia de la realidad que tienen los marines norteamericanos es la misma que la de un niño manejando una PlayStation y embebido en su papel en el juego.

  

Pero lo más siniestro de todo es que tras emitirse ese vídeo primero en la BBC y luego en el resto de televisiones europeas, la NBC norteamericana decidió darlo….suprimiendo mediante un pitido las expresiones soeces del marine mientras remata al herido iraquí. Ante todo pues, y como en cualquier reality show televisivo, la corrección política.

  

Realmente, la norteamericana es una sociedad muy enferma…

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