Pascual Estevill, el juez en la horca
El juez Lluís Pascual Estevill está siendo juzgado por sus iguales por haber sido el mayor exponente público de la corrupción en Catalunya (presuntamente, faltaría más). A Pascual Estevill se le acusa de facilitar mediante la aceptación de sobornos la libertad de innumerables empresarios y financieros implicados en procesos judiciales. Así durante años. Lo que terminó con su carrera como delincuente fue la avaricia: Pascual Estevill comenzó a extorsionar a selectos empresarios no para resolverles una papeleta previa, sino para que no les abriera un sumario con cargos ficticios (o no); algunos dijeron basta, y Pascual Estevill se ve ahora sentado en un banquillo y esperando sentencia.
Pascual Estevill no trabajaba solo. El juez tenía un compinche (presuntamente, faltaría más): nada menos que Joan Piqué Vidal, el abogado de la alta burguesía catalana; entre otros, el abogado personal durante muchos años de Jordi Pujol, a quien defendió en el fallido proceso por Banca Catalana. Las piezas van encajando. Porque uno de los –presuntos- intermediarios de Pascual Estevill con sus víctimas era Macià Alavedra, en cuya casa según el sumario se habían celebrado reuniones entre el juez chantajista y sus chantajeados. Pero a la hora de la vista oral, Macià Alavedra –durante mucho tiempo número dos de la Generalitat de Catalunya y del partido de Pujol- ha desaparecido de la lista de encausados, que finalmente se ha reducido al juez Pascual Estevill y al abogado Piqué Vidal. Los demás se han salvado de la quema.
Lluís Pascual Estevill fue miembro del Consejo General del Poder Judicial –órgano supremo de la magistratura española- a propuesta de CiU, la coalición nacionalista catalana que gobernó el país durante 23 años con Pujol como presidente. Para ese nombramiento, negociado políticamente por los nacionalistas catalanes, Pascual Estevill tuvo el apoyo de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), la organización asociativa mayoritaria entre los jueces, que agrupa a los de ideología de derecha y extrema derecha y ha sido instrumento de la política judicial del Partido Popular de Aznar desde antes de que éste accediera al gobierno en 1996.
Como se ve, lejos de ser una madeja de hilos enmarañados, el caso Pascual Estevill resulta de una claridad abrumadora, y revela de una vez las tramas de la alta corrupción que ha reinado en Catalunya durante casi un cuarto de siglo. Nadie va a reabrir el caso Banca Catalana, obviamente, pero ahí, en el mayor pufo bancario de la historia de Europa, reside precisamente el origen de todo. En la política y en el mundo empresarial y financiero catalán hubo un antes y un después de Banca Catalana: a partir de la exoneración pública de sus actores principales, singularmente de Jordi Pujol, se extendió la especie de que todo valía si uno conseguía arroparse en la bandera y tenía los contactos suficientes que le garantizaran la impunidad.
En ese sentido, el juez Lluís Pascual Estevill no fue más que una pieza de cierta importancia en un engranaje que ha funcionado perfectamente engrasado durante todos estos años, y tampoco tan oculto. Realmente, las actividades de este juez y de Piqué Vidal eran el secreto del Polichinela: todo el mundo lo sabía, pues todo el mundo recurría a ellos, y todos callaban: unos por interés, otros por miedo.
Con el juez va al agujero el abogado Piqué Vidal, el hombre que seguramente más sabe acerca de los entresijos internos de las grandes familias de la alta burguesía catalana. Si Piqué Vidal cantara, no ya en relación a este caso sino de todo lo que él sabe y ha gestionado a lo largo de su carrera, comenzarían a llover por decenas los sumarios sobre nombres de gran respeto público pero cuya honorabilidad real vale lo que la de un bucanero del siglo XVIII. Es por eso que Piqué Vidal callará y se comerá el marrón, igual que su compañero de fechorías. Total, por razones de edad ninguno de los dos irá a la cárcel.
Con todo, este juicio servirá para que puedan empezar a decirse en público algunas cosas: por ejemplo, que la corrupción ha sido consustancial al pujolismo, y que los años de gobierno en Catalunya de esta satrapía han sido, en lo que toca a ese aspecto, una pura continuidad del franquismo. En resumen, quien más quien menos sabe que lo que se está juzgando estos días es precisamente una época, afortunadamente ya pasada, y una manera de gobernar, que esperemos nunca vuelva.
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