Beslán y los fariseos
La web del Ayuntamiento de Barcelona acaba de colgar un libro de pésame virtual. Nos invitan a dejar algo que afirme nuestro dolor por la matanza de Beslán (Osetia del Norte, Federación Rusa, Planeta Tierra, tercera galaxia saliendo a mano izquierda).
El libro de pésame virtual lo encabeza, naturalmente, una pomposa declaración del alcalde, Joan Clos; faltaría más. La gente empieza a dejar sus opiniones allí: unos se ciscan en los terroristas, otros en el gobierno ruso, otros se limitan a manifestar su tristeza, y todos dicen sentirse solidarios con los críos asesinados.
Bueno. Somos unos seres humanos de gran categoría, los barceloneses. ¿Y qué más?. ¿Qué más, después de dejar constancia de nuestro pésame? Un pésame que en realidad ni siquiera les llegará a los supuestos destinatarios, a menos que sepan catalán, castellano o inglés y se conecten a la web municipal de Barcelona (¿estarán de humor los supervivientes y los familiares de los asesinados como para ponerse a navegar por la web del Ayuntamiento de Barcelona?).
Qué iniciativa tan bonita. Y tan inútil. Pero podemos dejar nuestro pésame, y sentirnos confortados y satisfechos de nosotros mismos. Y luego irnos al fútbol. Y cagarnos en los hijos de puta seguidores del Real Madrid. O a la iglesia del barrio, y pensar que los moros de mierda no irán nunca al Cielo que el buen Jesús reserva a los cristianos. O salir a manifestarnos el 11 de septiembre, y gritar contra los puercos españoles que nos roban y nos oprimen a los catalanes.
Y claro, mañana explotará otra bomba o habrá otro asalto en otra escuela. Y volverán a colgar un libro de pésame, y volveremos a expresar en él nuestro dolor. Hay que joderse.
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