John Le Carré explica el mundo después del 11-S
"Amigos absolutos" (novela), de John le Carré
463 pág., Editorial Plaza y Janés
Barcelona, 2004.
John Le Carré es el pseudónimo bajo el que escribe el novelista inglés David Cornwell. En su juventud, y antes de convertirse en un autor de éxito y, probablemente, en el mejor escritor vivo en lengua inglesa, Cornwell o Le Carré trabajó en los servicios secretos británicos, el "Circus" en la jerga de ése mundo.
La evolución ideológica de Le Carré le ha llevado desde esos inicios esencialmente conservadores aunque inteligentemente escépticos, a posturas progresivamente más a la izquierda y comprometidas con la realidad. En los últimos años, Le Carré ha sido una de las voces más críticas en Gran Bretaña contra la globalización y sus consecuencias, denunciando con fuerza el militarismo hegemonista estadounidense y la invasión de Irak, habiéndose manifestado especialmente duro con el papel subordinado que juega el gobierno de su país en relación con los EEUU.
A principios de los años sesenta, en plena Guerra Fría y a poco de abandonar voluntariamente el Circus, Le Carré publicó su primera novela, "El espía que volvió del frío", un relato que exploraba el trasfondo de la Guerra Fría y, en definitiva, del sucio juego que se llevaban entre manos las superpotencias para garantizarse la hegemonía sobre los pedazos de una Europa descuartizada y repartida en zonas. Éste y otros de sus libros han sido llevados al cine.
A "El espía que volvió del frío" siguieron muchas otras novelas, la mayoría agrupadas en el ciclo protagonizado por George Smiley: entre otras, "La gente de Smiley ", "El honorable colegial", "En una pequeña ciudad de Alemania", y sobre todo, "El topo", en la que narra la infiltración de los soviéticos en los servicios secretos británicos, novela que alcanzó una enorme popularidad gracias a la serie que la BBC rodó sobre ella y que protagonizó Alec Guiness en el papel del jefe Smiley.
Finalizada la Guerra Fría con la caída del Muro de Berlín, John Le Carré comenzó a escribir sobre el convulso mundo contemporáneo, avanzándose con sorprendente clarividencia a hechos y situaciones de las cuales hemos tenido información, generalmente parcial, muy a posteriori. A modo de recapitulación publicó "El peregrino secreto", colección de relatos breves que explicaban como había llegado a ser inevitable el desplome político y social de la Europa del Este; "La Casa Rusia" (en la jerga del espionaje británico ése es el nombre coloquial asignado a la sección encargada de vigilar a la Unión Soviética), exponía el núcleo real de problemas que motivaron el hundimiento de la URSS meses antes de producirse éste (de esta novela se realizó una excelente versión cinematográfica protagonizada por Sean Connery, Michelle Pfeiffer y Klaus María Brandauer, rodada en escenarios naturales de Moscú y San Petersburgo); "Single & Single" se avanzó en años al conflicto de Chechenia y explicaba sus raíces; "El jardinero fiel", por último, describe minuciosamente cómo las multinacionales farmacéuticas utilizan los países más pobres de África para experimentar en sus poblaciones medicamentos que, una vez probados, serán vendidos en Europa y América, y cómo para proteger sus intereses económicos esos mismos fabricantes de medicamentos son capaces de llegar al asesinato de activistas contrarios a ellos.
El mundo de los espías que John Le Carré describe nada tiene que ver con aquél en el que se desenvuelven los James Bond y similares. En las novelas de Le Carré los espías son funcionarios públicos grises, con vidas privadas bastante planas y llenas de problemas comunes, cuyas ambiciones suelen pasar por ascensos en general reservados a los más ineptos, y cuya única oportunidad de mejorar sus ingresos suele pasar por trabajar como agente doble o triple. En ese mundo se mata muy poco, porque matar es en general innecesario para su trabajo y suele acabar provocando problemas políticos graves; además, las solidaridades subterráneas a uno y otro lado de la trinchera muchas veces pesan más que las supuestas lealtades a una bandera o a unas ideas. Relativismo, decepción y cansancio, son características psicológicas de los personajes de John Le Carré.
En casi todas sus novelas suelen aparecer aunque sea brevemente "los primos", que es la manera en que los agentes británicos se refieren a los miembros de las agencias estadounidenses, singularmente de la CIA. Le Carré dibuja a "los primos" como tipos fanáticos, incomprensibles, obsesos e infantiles: desprecian y humillan a sus aliados y odian sin respiro a sus enemigos, están poseídos por el demonio de la tecnología de última generación y, sobre todo, funcionan según códigos mentales alienados y básicamente estúpidos. A partir de 1989 el mundo es suyo, y se pasean por él como el cowboy fanfarrón por el "saloon",
En 2003 John Le Carré publicó su por ahora última novela, "Amigos absolutos". Apareció traducida al castellano un año más tarde, en abril de 2004, apenas un mes después del 11-M. Entonces, todo (el 11-S, la invasión de Irak, el 11-M) era demasiado reciente, y por eso la novela pasó relativamente desapercibida. Transcurrido algún tiempo de esos sucesos, y en la medida en que ciertas verdades comienzan a abrirse paso en los pocos medios de comunicación no serviles con el Imperio o sus lacayos, "Amigos absolutos" comienza a adquirir todo su valor como libro casi testimonial, de intensa denuncia de mentiras y silencios, y todo ello sin perder un ápice de la calidad de una escritura que va ganando grados con los años y acentuando su elegancia, ironía y una cierta tristeza muy anglosajona; porque John Le Carré es, por encima de todas las cosas, un escritor inglés de los pies a la cabeza.
Desde el punto de vista de la técnica narrativa, Le Carré va tejiendo un tapiz no lineal, en el que mediante flash-backs va encajando piezas que iluminan el hilo de la trama que se desarrolla en presente. Al progresar en la lectura y llegar al momento actual en tiempo narrativo, uno va entendiendo el porqué de las aparentes extravagancias que están ocurriendo no ya en la novela sino en su propio alrededor en estos primeros días del tercer milenio, y empieza a intuir, sobrecogido, cuál puede ser el origen en la ficción (y en la realidad).
En síntesis, lo que cuenta "Amigos absolutos" es lo que dentro de cien años explicarán los manuales de historia en relación con lo que está ocurriendo en el mundo a partir de 2001.
Los protagonistas de "Amigos absolutos", Ted Mundy y Sasha, fueron dos muchachos que en el Berlín estudiantil de mediados de los sesenta vivieron el sueño de una revolución libertaria, gozosa y un poco gamberra; allí compartieron lecturas, barricadas y amantes, y forjaron una amistad que durará tanto como sus vidas. En los años setenta, Ted, el hijo de un militar colonial inglés borracho y arrasado por la vida, se convertirá en agente del espionaje británico; Sasha, el alemán, hijo de un pastor protestante filonazi, trabajará para la célebre Stasi, el espionaje de la RDA, la Alemania comunista. Hasta finales de los ochenta, Ted y Sasha tendrán en común un secreto y una serie de extrañas reuniones por toda la Europa Oriental, en las que los reproches mutuos y la profundización de su amistad irán de la mano. Con la caída del Muro de Berlín (extraordinario el pasaje en que Ted ve en televisión el derribo del Muro, y comienza a pensarse a sí mismo como alguien que ha perdido no solo su empleo sino la propia gasolina vital que le ha mantenido en marcha durante años), los dos amigos quedarán sin trabajo y sin más noticias el uno del otro que las cartas que ocasionalmente Sasha le envía a Mundy y que éste nunca lee.
Llega el nuevo milenio, ocurre el 11-S, y Sasha reaparece de súbito en la vida de Ted Mundy, ofreciéndole participar como ganador seguro en el Gran Juego que ambos soñaran en Berlín cuando eran jóvenes y felices: el juego de la liberación garantizada y casi inmediata de la Humanidad y, ya puestos, también la liquidación de las deudas que Ted Mundy mantiene con su banco.
De hecho es ahí donde comienza la novela. A partir de la reaparición de Sasha el hilo narrativo irá retomando el pasado para progresar fatalmente hacia un desenlace inevitable y trágico, que vendrá a confirmar al lector algo cada vez más difícil de ocultar: la personalidad de los famosos "autores intelectuales" de atentados como el 11-S y el 11-M, que a la postre resultan ser los mismos, naturalmente, que manejan ese circo lleno de fieras y payasos que se ha dado en llamar "terrorismo islámico" y también su correlato, "la Cruzada internacional contra el terrorismo islámico". En suma, qué gentes han organizado la función y a favor de qué intereses se ha montado ésta.
Cuando lean las últimas 20 páginas de "Amigos absolutos", inevitablemente les vendrá a la memoria el supuesto suicidio colectivo de los terroristas presuntamente responsables del 11-M en un piso de Leganés; piensen entonces que John Le Carré publicó esta novela en inglés…¡un año antes de ese suceso!. Y quítense el sombrero en honor suyo.
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