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Los últimos de Mauthausen. Republicanos españoles en el Holocausto

"Españoles en el Holocausto. Vida y muerte de los republicanos en Mauthausen", de David Wingeate Pike.
ensayo histórico, 623 páginas. Edciones DeBolsillo. Barcelona, 2004

La liberación de Auschwitz por el ejército soviético el 27 de enero de 1945, dió a conocer al mundo hasta qué niveles de abyección había sido capaz de descender el régimen nazi. Después de Auschwitz y en pocos días, fueron entrando en la Historia uno tras otro nombres terribles: Treblinka, Sobibor, Chelmno, Mauthausen…

Cuando se cumplen 60 años del descubrimiento universal de aquél horror, y cuando en Europa reverdece el revisionismo neonazi que se atreve a negar la evidencia de los campos de exterminio, es más necesario que nunca mantener viva la conciencia de lo que pasó. Porque el olvido de los hechos o la condescendencia con los responsables de aquella descomunal bestialidad –o con sus herederos ideológicos, aunque éstos en vez de uniforme de las SS vistan traje y corbata y apelen a la Constitución cuando les conviene-, nos llevará indefectiblemente a su repetición; nos convertirá de nuevo en sus víctimas.

Sabemos que en los campos de exterminio nazis fueron hechos humo –literalmente- seis millones de judíos, dos o tres millones de soviéticos, un millón de gitanos, quizá otro millón de polacos, y cientos de miles más de alemanes, checos, italianos, franceses, húngaros, griegos….Mezclados con ellos se calcula que murieron diez mil republicanos españoles, de entre los exiliados al término de la Guerra de España capturados por los nazis tras la ocupación de Francia en junio de 1940.

En el caso de los españoles, en realidad, las cifras son aproximativas. Probablemente, el total de los deportados españoles fue de algunas decenas de miles de personas. Oficialmente, sólo en Mauthausen, el campo al que fueron llevados la mayoría de los republicanos españoles deportados, murieron seis mil quinientos de ellos. Con seguridad deberieron ser muchos más.

¿Porqué fueron deportados? Sencillamente, porque el Gobierno de Franco lo decidió así. Tras la ocupación nazi de Francia, fue el ministro de Asuntos Exteriores del régimen franquista, Ramón Serrano Súñer -cuñado del dictador-, quien comunicó en persona a Hitler que el gobierno franquista retiraba la nacionalidad a todos los republicanos españoles exiliados; una vez convertidos en apátridas, se les dejaba a disposición de los nazis para que hicieran con ellos lo que quisieran.

"Españoles en el Holocausto", el libro del historiador norteamericano David Wingeate Pike, relata de manera exhaustiva y profusamente documentada la odisea de esos perdedores de dos guerras, despojados hasta de su nacionalidad y llevados a campos de exterminio para ser sacrificados como bestias. Pero sobre todo, narra la lucha de esas gentes por sobrevivir día a día, apoyándose unos a otros, organizándose, preparándose para el futuro… en suma, continuando su pelea por la libertad y la dignidad humanas del único modo que podían hacerlo: aferrándose a la vida. En este caso, resistir sí fue vencer.

Resulta emocionante leer en este libro imprescindible cómo los españoles fueron los primeros de Mauthausen en tener un Comité Nacional que les agrupaba a todos, independientemente de tendencias políticas y zonas territoriales de origen; cómo su organización era considerada por los deportados de otros países como la mejor y la más sólida; cómo fueron capaces de trabajar para reunir pruebas gráficas, documentales y testimoniales que incriminaron luego a los verdugos en los juicios de Nuremberg y en otros; y cómo en fin, lograron incluso armarse y controlar el campo al saber que las tropas norteamericanas se acercaban para liberarlos.

Lo curioso del caso es que según explica Wingeate Pike, entre los republicanos españoles deportados a Mauthausen nunca cesaron las discusiones y los enfrentamientos ideológicos. Anarquistas, comunistas, socialistas, republicanos liberales y nacionalistas vascos y catalanes, seguían tan políticamente divididos como en los días de la Guerra de España. Y sin embargo, el Comité Español –dirigido por dos comunistas, dos anarquistas y dos socialistas-, cuidaba con eficacia de sus enfermos, administraba víveres robados, instruía militarmente y armaba a grupos de combate, tenía la mejor lnformación sobre lo que acontecía en el campo y fuera de él, y hasta protegía a presos de otras nacionalidades, "adoptándolos" (y no sólo a presos ideológicamente próximos: Wingeate Pike habla del caso de un sacerdote francés adoptado por los anarquistas españoles).

Todo el libro está repleto de situaciones en las que brilla un estremecedor y cotidiano heroísmo, sereno y nada grandilocuente por lo demás. Descubrimos actitudes ante la vida y la muerte muy reconocibles, que seguramente son fruto de la interiorización individual de una cierta actitud colectiva ante esas situaciones excepcionales e irrepetibles; gestos de dignidad y de orgullo que dejaban asombrados a los desafiados matarifes.
También, junto a las luces, hubieron algunas sombras, como no podía ser de otra manera en semejante situación. Las sombras de aquellos que no pudieron resistir la presión, y se prestaron a colaborar con las bestias uniformadas que les atormentaban y mataban, convirtiéndose ellos mismos en sayones de sus propios compañeros. Y las sombras de aquellos supervivientes que, años después de la liberación explicaban y escribían libros "de recuerdos" en los que fantaseaban atribuyéndose todas las heroicidades; de estos charlatanes Wingeate Pike desenmascara a alguno, confrontando sus fantasías con los testimonios de otros supervivientes y sobre todo, con una ingente masa documental que el historiador nortemericano maneja con precisión y minuciosidad.

En suma, "Españoles en el Holocausto" es un libro tan emocionante y ameno como documentado y riguroso. Una lectura imprescindible para quienes quieren permanecer alerta, y creen que ante el fascismo y sus consecuencias no son posibles ni el olvido ni el perdón.

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