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Derechas y derechas

Es la historia de siempre. Toda esa palabrería de Dios, la Patria, el Honor y resto de vacuidades sólo sirve para encubrir el verdadero interés de quienes de verdad mandan en la derecha española: mantener el estatus quo, la hegemonía social de unas clases determinadas, la explotación del hombre por el hombre en definitiva. Por desgracia, hay ciertas masas de borregos que les siguen, gentes que ya en tiempos de Fernando VII gritaban "Vivan las caenas" y que durante el carlismo mataban por cuenta de los curas de "Dios, Panza y Rey"; ésos son sus apoyos populares, su carne de cañón.

Cuando la derecha española se pone salvaje es porque le domina el miedo. Saben que son menos, y que en la medida que se extienda la educación y la gente se interese por otras cosas que el fútbol y el marujeo y se libere de la alienación religiosa, cada vez serán menos. Por eso la represión franquista fue tan bestial en su momento: tenían que aterrorizar para paralizar por el miedo, porque ellos saben que donde se les planta cara lo tienen perdido.

La realidad es que todas las derechas se diferencian poco en cuanto a sus objetivos últimos, pero es cierto que en España, por razones históricas, nos ha tocado la hez de Europa en esa materia. Cuando uno ve a un De Villepin cantarle las cuarenta en la ONU al tarado de Bush a propósito de la invasión de Irak o defendiendo lo esencial del Estado francés en materia de servicios públicos, y lo compara con el pobre Rajoy o con su antecesor Aznar, uno siente sencillamente envidia y una cierta humillación. Y es que en Francia fue la derecha quien a finales del siglo XIX llevó a cabo la separación entre el Estado y la Iglesia, por ejemplo, y la que alzó la bandera del patriotismo durante la Segunda Guerra Mundial, siguiendo a De Gaulle, contra los nazis y sus colaboradores locales.

En España por contra la derecha financió y orientó ideológicamente la dictadura militar franquista, que actuó primero como palanganera de Hitler (gracias al cual ganó la guerra contra su propio pueblo), e inmediatamente después de muerto su padrino, se puso al servicio de los estadounidenses. Esta es la escoria que nos ha tocado en desgracia.

En suma, la razón última de buena parte de las cosas que pasan en la España contemporánea reside en un hecho radicalmente diferencial: mientras que Hitler hubo de suicidarse para no ser capturado y Mussolini fue colgado del gancho de un carnicero, ambos en 1945, en España su discípulo Franco se murió de viejo en la cama… en 1975. Ahí reside el porqué de nuestra democracia demediada.

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