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Eduardo Zaplana, retrato de un trilero

El siguiente artículo fue publicado originalmente en IzaroNews, a principios de 2004. En aquél momento, Eduardo Zaplana era ministro de Trabajo y portavoz del último gobierno Aznar.

A pesar del tiempo transcurrido, parece evidente que este perfil mantiene toda su vigencia: sólo hay que ver cómo Zaplana está desarrollando su tarea como portavoz parlamentario del PP, al tiempo que aparece implicado en nuevos escándalos económicos de gran calado, como el caso “Terra Mítica”.

Por tanto, el señor Zaplana es un personaje muy adecuado con el que inaugurar esta nueva sección del blog, que se llamará “Rufianes & Carcamales S.L.” y presentará retratos de gentes de catadura humana y política similar a la de este individuo, verdadero trilero (1) de la política y la vida económica españolas.

 

(1) N. del A.: Trilero, según el diccionario de la RAE, es el “Tahúr que dirige el juego del trile”. El trile, según ese mismo diccionario, es un “Juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada”, mediante el cual se despluma a los turistas extranjeros en tantas calles de ciudades españolas.

Seguro que últimamente habrán visto en la tele la cara de Eduardo Zaplana, ministro portavoz del Gobierno español, anunciando urbi et orbe que el gobierno de izquierdas en la Generalitat catalana es “anticonstitucional” -¡incluso desde antes de que tomara posesión!-, y que a poco que se le ponga en el morro al PP, Maragall irá a hacerle compañía a Ibarretxe en el trullo. El desparpajo de Zaplana, su tosquedad expresiva, la zafiedad de sus maneras, y sobre todo, esa mirada huidiza, como de ratón que anda siempre con un queso robado entre los dientes, retratan a un personaje que, probablemente, dentro de unos años será recordado como el arquetipo del político trilero, o mejor dicho, del trilero metido a político.

 

La ejecutoria de este individuo no tiene desperdicio. De la nada a la gloria. En pocos años, y merced a una cadena de braguetazos de todo orden, este cartagenero de pocas luces pero vivo como el hambre, proveniente de una familia muy humilde, ha amasado un patrimonio considerable y un poder político aún mayor. Casó con la hija de un riquísimo empresario turístico quien, además de introducirle en los negocios, le metió en el PP; de su mano asaltó la lista municipal del PP en Benidorm y desde ella la alcaldía, gracias a la compra de una concejala socialista; se convirtió después en el “rey de las comisiones” en Valencia, como “facilitador” de incontables promociones inmobiliarias turísticas y residenciales; intrigó como un poseso hasta conseguir controlar el PP de la región y ocupar luego la Presidencia de la Generalitat valenciana; y por fin, ha llegado al Consejo de Ministros español como ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, cargo al que hace unos meses ha sumado el de portavoz gubernamental. Incluso llegó a sonar hace un tiempo como posible sucesor de Aznar.

 

De la actividad de Zaplana como comisionista hay ejemplos muy lucidos, que conviene no olvidar en estos momentos de rasgamiento público de vestiduras e invocaciones a la pureza democrática.

 

Por su interés, se reproduce aquí un fragmento de la conversación telefónica grabada entre Salvador Palop, entonces concejal de Valencia, y Eduardo Zaplana, el 11 de febrero de 1990:

 

Edu (Zaplana): Tú, como si lo tuvieras eso ya adjudicado, ¿no?.

Boro (Palop): Sí.

Edu: Y entonces le dices, bueno, yo una comisioncita. Le pides dos millones de pelas o tres, lo que quieras.

Boro: Bueno, le pido más.

Edu: ¿Eh?, lo que te dé y me das la mitad bajo mano.

Boro: Pues si tenemos que repartir, joder…

Edu: Y yo le digo: págale el contrato a este chico que…

Boro: Si tenemos que repartir, macho… tenemos que pedirle un poco más.

Edu: Claro, un poquito más. Yo es que no sé lo que vale el solar ni nada.

Boro: Yo se lo explicaré.

Edu: ¿Eh?. Ya se lo explicarás tú y le sacas la pasta. Y te contaré, mantén en secreto lo de Sevilla, ¿eh? El miércoles te llamo y te cuento lo de Sevilla.

Boro: Bueno, claro que sí.

Edu: Me voy a que me lo explique. A ver cómo puedo… Voy con un planteamiento fácil. Me sentaré a comer con él y le diré a ver cómo puedo yo rascar aquí.

 

Sencillamente portentoso, ¿no?

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