Del blogero «enterao», también llamado metablogero. O de cómo algunos se dejan arrastrar por los más
Conocemos desde hace mucho el metaperiodismo, esa enfermedad de algunos gacetilleros que suspiran por ser reconocidos como literatos y que encima, pretenden pasar por hondos conocedores de su profesión. So pretexto de meterle el escalpelo a la cosa de la "periodística", la "comunicología" y otras "ciencias" por el estilo, el metaperiodista se realiza -como se decía antes- mirándose el propio ombligo y dando a conocer urbi et orbi lo sonrosado y redondito que es.
De un tiempo a esta parte han comenzado a proliferar en la Red los blogs que hablan de blogs, y lo que es mucho peor, de la tecnología que se usa en los menesteres de poner y mantener blogs en el ciberespacio; o sea una cosa como el metaperiodismo pero a lo pobre, porque se supone que al menos todos los periodistas son profesionales y tienen carnet pero los blogeros vamos todos de amateur, y que dure.
Así, hay blogs que nos desmenuzan hasta el byte de qué va esto del blogerismo, y porqué diantre perdemos (o ganamos) el tiempo escribiendo y leyendo blogs, tal como si fueran realmente capaces de escudriñarnos el alma a los blogeros. Dado que se trata de un fenómeno sobre el que no hay mucha bibliografía en la que basarse, cualquier aportación puede resultar interesante, así que bienvenidos sean. Un servidor incluso hace de vez en cuando sus pinitos en esto del análisis del blogerismo como fenómeno social.
Quienes resultan de todo punto insufribles son los enteradillos que se sienten llamados a explicar cómo funciona esto técnicamente hablando, y lo hacen además entre un fragor de anglicismos que acostumbran a chirriar aún más cuando se les traduce directamente al castellano; a mí lo de "plataforma tecnológica", sin ir más lejos, me suena a Cabo Cañaveral. Lo mío con los blogs es mucho más modesto: simplemente se me ocurren cosas sobre el mundo en el que vivo, y las cuento. Hay, incluso, quien las lee. Lo demás me trae sin cuidado.
Particularmente, los metablogs me aburren muchísimo. Reconozco que no tengo ni remota idea de tecnología blogística, y la verdad es que vivo tan ricamente así. Tampoco tengo ni puñetera idea de la mecánica de un Ferrari Testarosa, y créanme que si tuviera la oportunidad de poseer uno no perdería ni cinco segundos en averiguarla: donde esté el disfrute de las prestaciones del vehículo, que se quite el conocimiento de la tecnología que lo mueve. Es evidente que si pudiera pagarme un Ferrari, seguro que también podría pagarme un mecánico; los blogs son (todavía) gratis, así que para qué perder tiempo.
Por lo demás, intuyo que dentro de todo metablogero –al igual que dentro de todo metaperiodista- hay un señor o señora que no tiene realmente nada interesante que decir, y que se refugia en sus cinco céntimos de tecnología aprendida en cualquier foro como recurso para llenar esa página en blanco que le mira fijamente desde la pantalla de su monitor. Muy triste, la cosa, como pueden ver.
De verdad, la tecnología no es una tentación a vencer arrojándonse en sus brazos: es simplemente un auxiliar de cosas mucho más importantes, como el pensamiento libre y la opinión madurada. Lo demás son mandangas.
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